Por Alicia TorMon
Monarca es una serie original mexicana de Netflix. Y como tal, tiene todos los ingredientes que Netflix ha comprobado le gustan al público mexicano: una trama de telenovela, de familia, con personajes atractivos de elite, tragedias sobre tragedias ocasionadas por todo aquello que le duele a la sociedad mexicana: corrupción, políticos, narcos y claro, drama, drama y más drama.
Esta receta hace que Monarca, serie con ADN de telenovela y una producción casi hollywoodense que el 1ero de enero estrenó su 2da temporada, sea una telenovela entretenida y adictiva.
En esta serie nos presentan desde el primer capítulo el problema principal: una familia millonaria y de elite mexicana con lazos un tanto cuestionables, con 2 hermanos involucrados en el negocio familiar y una hermana exiliada por elección propia a estados unidos, con un patriarca lleno de remordimientos y culpas que trata de arreglar su consciencia pidiéndole a su hija, supuestamente la única con un compás ético, que se haga cargo del negocio (y, por ende, de la familia).
Desde aquí comienza el drama, y es que enemista a los hermanos que, después de un suceso en la primera temporada, se pelean por la dirección de la compañía como si fuera el juego de las sillas.
Me sorprendieron sobre todo 2 cosas de esta serie, la primera es que, aunque sea una típica historia de narcos y política, no pone a ninguno de estos como personas admirables. No enaltece la cultura del narco que, aparte de ser una decisión de dudosa moralidad en otras series del mismo Netflix (como Narcos) ya se está volviendo también demasiado repetitiva.
No, aquí los protagonistas son todos los miembros de esta familia, y justo eso es lo segundo que me sorprendió ya que ninguno, absolutamente ninguno de ellos, es el modelo para seguir o el típico héroe. Incluso la que regresa como hija prodiga tiene una gran lista de malas decisiones basadas en orgullo, avaricia y egoísmo (características que comparte con los demás hermanos).
Estos personajes con tantas fallas que, más que humanos que cometen errores, rayan en la villanía hace que sea más entretenido ver los problemas que aquejan a cada uno. Podríamos decir que es una historia de “pobres ricos” pero sin que nos haga sentir empatía por ellos, la serie nos muestra desde un principio que, son ellos realmente los que provocan su propio sufrimiento.
Claro, tenemos a los narcos, a los políticos corruptos, a los que se quieren aprovechar de esta familia y a los que los traicionan. Pero justamente ese juego de estrategias inteligentemente contadas donde cada uno intenta ganar el “trono” de una forma tan maquiavélica (algunas veces fallando algunas otras ganando), es lo que mantiene esta serie como algo adictivo.
Porque repito, podrán tener a un personaje favorito de Monarca, pero ninguno lo será por ser “el bueno” de la historia.
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