La película de Michael Bay ha sido blanco de burlas en múltiples ocasiones por lo rocambolesco de su argumento.
La anécdota más divertida de Armageddon tiene que ver con aquella pregunta que le hizo Ben Affleck a Michael Bay sobre el argumento (“¿no sería más fácil enseñar a unos astronautas a perforar?”) y la respuesta (“cierra la puta boca, Ben”). Además de divertida, es también sintomática del espíritu festivo y absurdo de este éxito de taquilla de 1998, vapuleado por la crítica pero convertido con el tiempo en un clásico del cine blockbuster. El público ya ha asumido la falta de lógica del argumento, como en su momento la asumió alegremente Bay, y pedirle rigor científico se antoja estúpido… pero, mira tú por dónde, un reciente experimento de la NASA acaba de otorgarle una credibilidad inesperada a Armageddon, como si un The Martian se tratase.
Recapitulemos: Armageddon narra cómo ante la amenaza de un asteroide que destruirá la Tierra, el gobierno estadounidense organiza un plan tan sencillo como, en apariencia, bastante peregrino: un grupo de perforadores liderados por Bruce Willis incrustará unas bombas en el asteroide, de modo que cuando estas sean detonadas los fragmentos resultantes se desvíen de la órbita de la Tierra, y su población se mantenga sana y salva. Más allá del asunto de los perforadores que tanto inquietaba a Affleck, lo más cogido por lo pelos del plan consistía en lo ocurrido con los escombros; a una distancia tan escasa del planeta, era imposible que estos no impactaran contra nosotros, y que incluso empeoraran los daños causados.
El caso es que el Centro de Estudios Cercanos a la Tierra, en concreto su división de Propulsión a Chorro, realiza un estudio de los impactos de asteroides cada dos años, siempre teniendo asumido que sin contar con meses o años de antelación no podría solucionarse una situación así. No obstante, y según recoge Gizmodo, un equipo de la Universidad de Johns Hopkins liderado por Patrick King se ha topado con resultados alentadores en su último experimento: según este, es posible modificar la trayectoria del asteroide con una explosión nuclear con un margen de tiempo muy estrecho para que este colisione con la Tierra.
“En pocas palabras y en referencia a un objeto de 100 metros que se dispone a chocar contra la Tierra”, ha declarado King, “si empleamos la disrupción nuclear a menos de un mes del impacto, podríamos evitar que el 99% o más de la masa alcanzara al planeta”. Esto es, que los fragmentos de la explosión rodearían la Tierra exactamente igual que ocurría en Armageddon, solucionándose la situación sin daño alguno. Eso sí, King destaca que en su investigación faltan por determinar convenientemente las propiedades físicas del asteroide: “Definitivamente necesitamos apoyar más misiones espaciales para investigar las propiedades de los asteroides con más detalle”, señala.
Más allá del problema del asteroide en sí, y de cómo podría reaccionar a esta “disrupción nuclear”, Armageddon sigue suponiendo un escenario demasiado optimista. Para empezar, porque el deadline manejado por King es de un mes (y no de escasos días, como mostraba Bay) y para terminar, por el tamaño del asteroide. El que ha protagonizado la simulación tiene 100 metros de largo, mientras que el de Armageddon poseía el tamaño de la maldita Texas. Si en algún momento corremos peligro de que se estampe contra nosotros un asteroide, más nos vale que la película de Bay no sea una profecía exacta.
Fuente: Cinemanía
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