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50 años de 'Hey Jude' la historia de una de las canciones mas popular de 'The Beatles'

El coro más grande del mundo

El tema escrito por Paul McCartney fue editado en Inglaterra el 30 de agosto de 1968. Cuatro días antes había sido publicado en los Estados Unidos.

Se podría debatir por siempre acerca de cuál es la canción más grande de Los Beatles. Según el Daily Telegraph, es la nostálgica In my life. Según el semanario NME, es la psicodélica Strawberry Fields Forever, que ni siquiera fue la mejor canción en el single en el que apareció, junto con Penny Lane. De acuerdo con la revista Rolling Stone y USA Today, es la épica A Day in the Life.

El debate es entretenido aunque desafortunado. La variedad de canciones de Los Beatles es tan amplia que sería más sencillo dar el nombre de la mejor pintura de Matisse o la mejor actuación de Meryl Streep. No se trata solamente de manzanas o naranjas, se trata de todo el puesto de frutas; por eso, si tenemos que utilizar superlativos, deberíamos reducir la cantidad. La canción más votada de Los Beatles es Yesterday, la que más ventas tuvo es She Loves You y la más popular entre el público es Hey Jude.

Hey Jude es la canción de The Beatles que más probablemente cante un coro de miles de personas. En el Manchester City, los fanáticos la cantaron después de que el equipo ganara su primer título de la Premier League en 2012. En el Arsenal, los hinchas la usaron para cantársela a Olivier Giroud, el impecable delantero francés del equipo. También suena en Newcastle y en Cardiff, y así se extiende por los cuatro puntos cardinales de la Premier League.

Toda canción decente necesita que la canten, pero Hey Jude va más allá: es para cantarla fuerte y es flexible. En el espacio después del “Nahh, na, na, nahh-na-na, nahhh”, se puede insertar casi cualquier par de sílabas. 

Esos “nahh-nah” no conocen ninguna clase de límites. En Westminster School, donde las cuotas cuestan más de 23.000 libras esterlinas (30 mil dólares) por año, los chicos y chicas fueron a rezar sus oraciones en latín un día de 2012, y por una travesura planificada en Facebook, cantaron Hey Jude mientras el organista se lanzaba al Deus Misereatur. Al ser contactado por el London Evening Standard, el director mantuvo la calma. “Su Hey Jude se detuvo después del primer verso porque no creo que supieran más de la letra”, dijo Stephen. “Me sentí tentado a cantárselas”.


En Oxford en 2016, la ceremonia de matriculación que les da la bienvenida a todos los estudiantes universitarios cobró vida gracias a un grupo de estudiantes que decidieron que lo que necesitaba el Sheldonian Theatre, un sábado por la mañana, era una versión de Hey Jude. Por eso, entraron al edificio, diseñado por Sir Christopher Wren, vestidos con togas y birretes y dieron rienda suelta al clásico de Los Beatles. 

En la víspera de Navidad del 2015, la música de The Beatles apareció, tardíamente, en sitios de streaming, con Hey Jude junto a Come Together y Let It Be en el podio. Aunque los primeros éxitos de los Beatles vendieron más copias, son las últimas las que permanecen. 

En agosto de 2018, Hey Jude fue la canción número 1 de Los Beatles en Apple Music; y en Spotify fue número 4. Por lo tanto, de todos los incontables clásicos que grabaron los Beatles, Hey Jude es una de las tres o cuatro que los amantes más jóvenes de la música quieren escuchar.


¿Cuál es el secreto? 

Escrita por McCartney, Hey Jude tiene su toque emblemático: empatía al servicio de la elegancia. A medida que transcurre la melodía de McCartney, es directa, y le pega justo al título, al igual que She Loves You. No hay coro, o más bien, el coro abre cada verso. Los acordes que toca McCartney en el piano al comienzo, son descendentes. Incluso si no los conociéramos bien, serían tan cómodos como un pulóver viejo. 

La canción y el germen de la letra se le ocurrieron a McCartney en junio de 1968, mientras conducía desde Londres a Weybridge en Surrey para ver a Cynthia y Julian Lennon después de que John los había dejado para irse con Yoko Ono. Hey Jude comenzó como 'Hey Jules'. McCartney era bueno para jugar con Julian, mientras que Lennon, admitido por él mismo, no sabía cómo hacerlo. 

De regreso en Londres, grabó algunos demos en el piano. Estos orígenes también, permanecen visibles: la canción Hey Jude terminada comienza como una balada en el piano, un solo ejecutado de 25 segundos, antes de convertirse en algo más ambicioso. 

Mientras McCartney cantaba solo, las palabras evolucionaban. Cuando le preguntaron por qué cambió Jules por Jude, salió con la respuesta universal de un compositor de canciones: “Porque sonaba mejor”. Tal vez también quiso proteger la privacidad de Julian.


Una marca de una gran canción es que hace que quien la escucha se sienta aludido. En el caso de Hey Jude, esto es como un giro. “¡Soy yo!” dijo Lennon, cuando la escuchó por primera vez. “¡No, soy yo!”, le respondió McCartney. 

Los hechos, que son los que valen, respaldan a McCartney. Lennon estaba viviendo con Ono, en el departamento de Starr en 34 Montagu Square en West London; la fachada de estuco hoy luce una placa azul que lo recuerda. En lo romántico, McCartney estaba por un camino similar, aunque menos doloroso; ningún matrimonio para disolver, ningún hijo del que preocuparse, aunque algo más intrincado. Lo había dejado su novia, Jane Asher, después de encontrarlo en la cama con Francie Schwartz, salía en secreto con Maggie McGivern y se había enamorado de su futura esposa, Linda Eastman. 

Para entonces, Lennon y McCartney componían por separado, aunque todavía eran como una caja de resonancia mutua. Después de trabajar en Hey Jude un poco más, McCartney invitó a Lennon y Ono a su casa en el noroeste de Londres y les hizo escuchar la canción. Un verso, “The movement you need is on your shoulder” (El movimiento que necesitas está sobre tu hombro), estaba ahí como una marca. “Cambiaré eso. Queda feo”, dijo McCartney. “No, no lo vas a hacer”, respondió Lennon. “Es el mejor verso de la canción”. “Cuando me escucho a mí mismo cantar ese verso es cuando pienso en John. Es un momento emotivo en la canción”, confesó Macca en 1994.


El nexo débil con la letra estaba en todos lados, ya desde el comienzo: “Hey Jude, don’t make it bad / Take a sad song and make it better” (Hey Jude, no lo hagas mal, / toma una canción triste y mejórala). No tiene sentido, porque una canción triste no es algo malo, tal como lo sabe McCartney mejor que nadie. Pero en la música, el significado no siempre significa mucho. Estas fueron las primeras palabras que se le ocurrieron en el auto y quedaron.  

Hey Jude se podría haber transformado en un clásico con ese formato, pero McCartney tenía otros planes. Un aspecto de su personalidad, el tío cariñoso, había comenzado su canción; el otro aspecto, el artista implacable, ahora había tomado las riendas. McCartney quería que Hey Jude fuera larga (terminó durando más de siete minutos, el triple de la duración de los grandes éxitos de Los Beatles). También quería que la balada se extendiera con un riff y el fundido (fade-out) al final terminando con todos los fundidos. El productor de Los Beatles, George Martin, protestó porque siete minutos era demasiado y los DJ en la radio no reproducían el disco. Lennon dijo: “Lo harán si se trata de nosotros”. Fue una respuesta arrogante, pero acertada. 

Martin concedió la duración (“Fue la primera vez que los muchachos me gritaron, no es la primera vez en mi vida”) y se me ocurrió un plan propio. “Me di cuenta de que poniendo una orquesta, podíamos agregarle mucho peso al riff, teniendo contrapunto en los bajos y trayendo los trombones y las cuerdas, hasta que se transformara en algo realmente muy tumultuoso”. Cuando Harrison ofreció un solo de guitarra para formar un ritmo de pregunta y respuesta con los “nahh-nas”, McCartney se negó de plano. “Paul tenía una idea fija en su mente respecto de la manera de grabar sus temas”, dijo Harrison. “No estaba abierto a las sugerencias de nadie”.


“Al volver atrás, creo que lo mío fue autoritario. Pero estuvo bien, porque podría haberme rendido a las presiones”, dijo McCartney en 1994. Los Beatles grabaron la primera mitad de Hey Jude en Abbey Road entre el 29 y el 30 de julio de 1968, manteniendo su horario habitual: de 7.30 u 8.30 de la noche hasta las tres o cuatro de la mañana. Tocaron todos juntos: McCartney al piano, Harrison en la guitarra eléctrica, Lennon en acústica y Starr en batería y pandereta. 

Al día siguiente, se mudaron a otro estudio, Trident, en Soho, en el centro de Londres, que tenía grabadoras de ocho pistas, para hacer la segunda mitad. Junto a ellos hubo 36 músicos clásicos (que solo aparecieron en los créditos por instrumento: “un fagot, un contrafagot…”); esto fue arreglado por Martin, que, a diferencia de McCartney, sabía leer música. El equipo de músicos de Hey Jude había pasado de uno a 40, como una lista que ese extiende al revés. Después de tocar, a la orquesta le ofrecieron pagarle el doble para agregar palmas y cantar los “nahh-nas”. Esto aceleró otra queja, esta vez de parte de la orquesta. “No voy a hacer palmas”, dijo uno de ellos, “¡ni cantar la maldita canción de Paul McCartney!”

Una semana antes, con Helter Skelter, McCartney había hecho un alboroto que sería considerado tanto protometal como protopunk. Ahora, con Hey Jude, era el pionero de las canciones que cantan todos en los estadios, aun cuando Los Beatles habían abandonado las giras dos años antes. 

Hey Jude se transformó en un clásico de inmediato. Estuvo nueve semanas en el número 1 en EE.UU., el récord personal de Los Beatles. Para fines de los '60, había sido grabada por Elvis Presley, Smokey Robinson, Diana Ross y Ella Fitzgerald. En los recitales de McCartney, a menudo tiene el honor de ser la última canción antes del bis. Cuando tocó en el ICA en Londres en 2007, McCartney se retiró del escenario y la multitud seguía tarareando los “nahh-nas”, y, al volver, él y su banda se les unieron en una devolución encantadora. 


(N de la R: Cuenta la leyenda que cuando Paul McCartney abandonaba el estadio de River Plate, luego de su primer recital en la Argentina, el 9 de diciembre de 1993, pidió que el vehículo que lo llevaba se detuviera sobre el puente de Udaondo que cruza la avenida Lugones, y que se quedó escuchando cómo el público que un rato antes lo había ovacionado seguía cantando el “...nahh, na, na, nahh-na-na, nahhh...” del tema con el que había cerrado su debut argento.

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