La cantante es la última de una larga lista de famosas que denuncia que ningún diseñador le presta ropa para ceremonias de premios por salirse de la talla de muestrario
La cantante neoyorquina Bebe Rexha es una de las voces más novedosas y destacadas de la industria musical. La pasada primavera lanzó temas como Ferrari o I'm a mess, ha colaborado con estrellas como David Guetta y Nicky Minaj, presentado los premios MTV Europe Music Awards y el 31 de diciembre despidió el año cantando en Times Square, en Nueva York, ante miles de personas. Todo ello la ha convertido en un fenómeno inmediato con millones de descargas, reproducciones y seguidores. Sin embargo, a la vez que celebra sus primeras nominaciones a los premios Grammy también se enfrenta a un jarro de agua fría, ya que no encuentra vestido para tan importante cita. No es cuestión de gustos, es que ningún diseñador tiene vestidos para ella por su talla.
"He conseguido que me nominen en los Grammy y es lo más guay que me ha pasado", arranca su alegato Rexha, que ha conseguido optar a dos premios, como Mejor artista nuevo y por la Mejor actuación de country en dúo o grupo por la canción Meant to be. "Mi equipo contactó a algunos diseñadores y muchos de ellos no quieren vestirme porque soy demasiado grande. Literalmente, dicen 'muy grande", ha explicado la joven de 29 años, con evidente enfado, en un vídeo que ha colgado en su perfil de Instagram y que ha logrado más de 800.000 reproducciones en un solo día.
"Si una talla seis u ocho es demasiado grande, entonces no sé... Entonces no quiero llevar vuestro puto vestido. Porque es una locura. Porque estáis diciéndole que todas las mujeres del mundo que tienen más de una talla ocho no son hermosas y no pueden llevar vuestros vestidos. A toda la gente que dice que soy muy grande: no quiero llevar vuestros putos vestidos". En España, una talla seis sería el equivalente a la 38; una ocho, a la 40. Tallas medias y muy habituales, pero no tanto cuando se trata de vestidos de alta costura o de muestrario, que antes han llevado modelos de pasarela y que son los que los diseñadores prestan para las fiestas y gala. A menudo, esos no pasan de la talla 34 o 36.
En el texto que acompaña a la foto, su explicación sigue la misma línea. "Lo siento, pero tengo que quitarme este peso de encima. Si no te gusta mi estilo o mi música, vale. Pero no digas que no puedes vestir a alguien que no tiene una talla de pasarela. Dadle poder a las mujeres para que amen sus cuerpos en vez de hacer que mujeres y niñas se sientan de menos por su talla. ¡Somos preciosas con cualquier talla! ¡Grande o pequeña! Yyyyyyy... mi culo de talla ocho irá a los Grammys". La cita es el 10 de febrero, y Bebe Rexha tiene poco más de dos semanas para dar con alguien que la vista.
El de Rexha es un caso flagrante, al tratarse de una talla habitual, que se suele encontrar en la mayoría de las tiendas. Pero no es el único que mujeres famosas, con muy distintos tipos de cuerpos, han denunciado recientemente. Hasta Beyoncé contó en una entrega de premios que cuando empezó con Destiny's Child "las grandes firmas no querían vestir a cuatro chicas negras de campo y con muchas curvas, y nosotras no podíamos permitirnos vestidos de los diseñadores importantes". Su tío acabó cosiéndoles los vestidos a mano.
Algo similar les pasó a Dascha Polanco, de Orange is the New Black y que también ha asegurado que no tiene "una talla cero", una 32 española, pero sí "buen aspecto con una talla ocho"; o a Bryce Dallas Howard, que en unos Globos de Oro llevó un vestido de Jenny Packham que compró ella misma porque quería "tener muchas opciones para una talla seis en vez de una sola propuesta".
Uno de los casos más sonados fue el de la actriz Leslie Jones, protagonista del reciente remake de Cazafantasmas, que denunció en junio de 2016 en Twitter que "ningún diseñador" quería ayudarla a vestirse para el estreno de su cinta. "Eso cambiará y yo me acordaré de todo", decía, entre la venganza y el humor.
El único que se animó a vestirla de gala fue Christian Siriano, que se ha convertido en una revelación en la industria por crear vestidos elegantes, de líneas sencillas y que viste a todo tipo de mujeres. Él también vistió a la supermodelo de tallas grandes Ashley Graham para una entrevista con Seth Meyers, poco después de que la top confesara que no pudo acudir a la gala del Museo Metropolitano de Nueva York de 2016 al no encontrar quién pudiera vestirla. Y también ha ayudado en galas, fiestas y eventos a Oprah Winfrey, Michelle Obama, Laverne Cox (actriz transexual y protagonista de Orange is the new black) o Christina Hendricks, la pelirroja protagonista de Mad Men.
Melissa McCarthy, durante la presentación de la película 'Can You Forgive Me', el pasado octubre. CORDON PRESS |
Las mujeres que visten una talla llamada grande, de las que no se encuentran en las tiendas más conocidas, lo tienen aún más difícil, como ellas mismas denuncian. Probablemente Melissa McCarthy, flamante nominada al Oscar como Mejor actriz protagonista por ¿Podrás perdonarme algún día?, tenga que enfrentarse en la gala de esos mismos premios —que se celebrará el 24 de febrero— al mismo problema. Ya lo ha contado en alguna ocasión: en 2012 tanteó "a cinco o seis diseñadores de alto nivel" y todos le dijeron que no. Y eso que estaba nominada como Mejor actriz secundaria por La boda de mi mejor amiga. El mismo año Olivia Spencer vivió la misma historia con su nominación por Criadas y señoras. "Soy bajita y gordita. Me resulta muy difícil encontrar vestido. Los diseñadores no quieren saber nada de mí", contaba en un festival semanas antes. Vestida por Tadashi Shoji, de color lila primero y blanco después, se alzó ganadora del Globo del Oro y del Oscar.
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