Emilia Clarke, Sophie Turner, Maisie Williams y Kit Harington fueron víctimas de problemas de salud y escándalos mediáticos desde que empezó la octava temporada de la serie de HBO.
Si bien ser protagonista de una de las series más influyentes de los últimos tiempos tiene sus beneficios, los actores de Game of Thrones han demostrado que, más que nada, trae complicaciones.
Los prolongados tiempos de grabación, las emociones que les producen los cambios en sus personajes, y sobre todo, la presión de los siempre insatisfechos fanáticos, afectaron gravemente la salud de los protagonistas, que terminaron sumidos en el alcohol, internados en una clínica, o con secuelas mentales de por vida.
El ejemplo más reciente es el de Kit Harington, quien dio vida a Jon Snow en la ficción. El británico de 32 años decidió internarse en un "centro de bienestar" para "resolver asuntos personales", Allí permanece desde el pasado 19 de mayo.
Si bien su representante se encargó de comunicar que "no estaba en rehabilitación", diferentes medios atribuyen el retiro a sus problemas con el alcohol y estrés.
La adicción del actor no es novedad: según reportó TMZ, en enero del año pasado tuvo que ser retirado de un bar de Nueva York por el personal de seguridad, ya que no podía mantenerse en pie por su borrachera y se comportó de forma amenazante con algunas personas que estaban allí.
Algo parecido ocurrió meses más tarde en París, y hasta lo rodearon rumores de infidelidad con su pareja y coestrella de la serie, Rose Leslie, con la que se casó hace poco.
Emilia Clarke (Daenerys Targaryen en la serie) también terminó internada, pero por un episodio de salud mucho más escalofriante. La actriz confesó que sufrió dos aneurismas durante el rodaje, por los que tuvo que ser operada. "Pensé que me iba a morir", relató.
"Una noche, una enfermera me despertó y, como parte de unos ejercicios cognitivos me preguntó mi nombre. Mi nombre completo es Emilia Isobel Euphemia Rose Clarke. Pero en ese momento no podía recordarlo. Nunca experimenté un miedo semejante", recordó.
El caso de Sophie Turner generó especial preocupación por su corta edad. En una entrevista radial, la actriz reconoció que desde que comenzó a interpretar a Sansa Stark en la serie, sufrió varios problemas relacionados a la depresión y otros desórdenes mentales.
Según relató, su calvario comenzó a sus 17 años: "Mi metabolismo se ralentizó y empecé a ganar peso. Tuve que enfrentarme al escrutinio de las redes sociales, y en ese momento la depresión empezó a golpearme", afirmó.
La joven actriz explicó que los comentarios negativos afectaban su autoestima. "Me lo creía. Me decía a mí misma: 'Sí, estoy llena de granos, estoy gorda, soy mala actriz'". El problema se volvió tan grave que hasta consideró quitarse la vida.
Lo mismo le pasó a su amiga y colega, Maisie Williams (Arya Stark), que empezó a "odiarse a sí misma" traes leer los comentarios de los haters a diario.
Ahora que terminó la serie, Williams manifestó interés en alejarse del mundo de la fama, y empezar a ser una chica "normal". "No quiero vivir más esta locura, porque no vale la pena", dijo. Actualmente apuesta por otro tipo de emprendimientos, y está trabajando en desarrollar una aplicación junto a su amiga, Dom Santry.
No es casual que la mayoría de estos problemas se hayan profundizado en contexto del estreno de la octava temporada, una de las más esperadas y también las más criticadas de la historia de Game of Thrones.
El descontento fue tal, que se llegaron a juntar más de 400 mil firmas en un petitorio que reclamaba que se vuelvan a rodar los últimos episodios.
La duda está vigente: ¿Se nos están yendo de las manos las exigencias con los actores de las ficciones?
Fuente: Clarín
Comentarios
Publicar un comentario